1.
El
Mediterráneo Oriental. El
vasto imperio creado por Alejandro Magno se hallaba fragmentado y era
motivo de continuas disputas por parte de las grandes potencias helenísticas
y de un sinfín de pequeños estados. Al
Norte de Grecia estaba Macedonia,
importante potencia política y militar, bajo la dirección de Filipo
V. A la sombra de este poderoso reino, algunas ciudades griegas,
como Atenas o Esparta, conservaban una relativa independencia. Pero
otras se habían visto obligadas a aliarse en dos importantes
formaciones: la Liga Etolia, al Norte, y la Liga
Aquea, al Sur de Grecia. En
Asia Menor dos estados gozaban de una situación privilegiada: Pérgamo
y Rodas. Más
hacia el Este, se extendía el imponente reino
seleúcida (desde la península de Anatolia hasta la India), con Antíoco III a la cabeza. 2.
El
conflicto con Filipo V de Macedonia. Seducidos
por la cultura griega tras la conquista de la Magna Grecia, los romanos
defendieron a las ciudades griegas de la amenaza del rey Filipo V. Roma
decide enviar un pequeño
contingente de tropas contra Filipo. Este hecho, que no tuvo mayores
consecuencias, constituyó la Primera
Guerra Macedónica. En
el 200 a.C. Filipo se apodera de Tracia y se adentra en Asia Menor, lo
que impulsa a Pérgamo y Rodas a pedir ayuda a Roma, que declara la
guerra a Filipo. Éste es el comienzo de la Segunda
Guerra Macedónica. Tras
dos años de enfrentamientos, el ejército romano, bajo el mando del
general Flaminino, derrota a la falange macedónica en la batalla de Cinoscéfalos (197 a.C.). A
petición de la Liga Aquea, que recelaba de Esparta, Roma interviene en
el Sur de Grecia. 3.
Roma
y Antíoco se enfrentan. Antíoco III, ambicioso gobernante del reino
seleúcida, se apodera de los territorios asiáticos de Egipto
(aliada de Roma) e invade Tracia y distintas zonas de Asia Menor. Además,
en el 192 a.C. desembarcó en Grecia con su ejército con la ayuda de la
Liga Etolia, si bien no encontró una actitud favorable por parte de las
ciudades griegas. Roma
vence a Antíoco en la batalla de las Termópilas
(191 a.C.). Obtiene una
nueva victoria sobre él en Magnesia. 4.
Grecia bajo el control romano. A
la muerte de Filipo V, el trono de Macedonia pasa a su hijo Perseo,
quien intenta nuevamente controlar toda Grecia. Roma le declara la
guerra, conocida como la Tercera Guerra Macedónica. El
ejército macedónico es aniquilado en el año 168
a.C. en Pidna. Perseo es
conducido como rehén a Roma, y la monarquía macedónica es abolida y
sustituida por cuatro pequeñas repúblicas. Las ciudades griegas que no
habían apoyado claramente a Roma sufrirán diversos castigos. La
conquista definitiva del Mediterráneo oriental llega veinte años más
tarde. Andrisco,
en un intento desesperado de reunificar la debilitada Macedonia, es
aplastado por el ejército de Cecilio Metelo en la Cuarta
Guerra Macedónica. Grecia
se convierte en protectorado
romano en el 146 a.C. (no
será provincia hasta la época de Augusto). La mayoría de las ciudades
griegas se opondrán a la política imperialista practicada por Roma.
Corinto sufrirá un castigo ejemplar. El
reino de Pérgamo, por deseo
expreso de su rey Átalo III, pasa, tras su muerte, a manos de Roma, que
lo convierte en el 133 a.C.
en la provincia de Asia. 5.
Partidarios
y detractores de Grecia. Tras
la conquista de Grecia, la influencia de la civilización griega fue más
intensa. En
Roma surgieron círculos de importantes personajes que se declararon
abiertamente partidarios del modo de vida y la cultura helénicas. El
principal de ellos fue el constituido por Escipión
el Joven. Pero
otros se opusieron al mundo griego. El representante más significativo
fue el censor Catón. Nacionalista y defensor a ultranza de las antiguas
virtudes del pueblo romano, se enfrentó al círculo
de Escipión. 6.
La
huella de Grecia en Roma. Pese
a la existencia de dos corrientes de opinión tan distintas respecto a
Grecia, a lo largo del siglo II a.C. Roma fue invadida por ideas,
costumbres y modos de vida traídos por filósofos, comerciante,
esclavos y rehenes de origen griego. Se
introducen los géneros
literarios griegos, nuevas
divinidades de origen oriental, nuevas
doctrinas filosóficas, entre las que destacan el pitagorismo, el
estoicismo y el epicureísmo. La clase dirigente comienza a estudiar la
lengua griega. |