HISTORIA DE LA LITERATURA LATINA

1. Orígenes de la literatura latina.

La escritura de obras de autor y título conocidos, con pretensiones y técnicas literarias comienza en Roma en la segunda mitad del siglo III a.C.

La literatura latina comienza con la traducción, adaptación e imitación de la literatura griega. Dos procesos históricos convergentes justifican este hecho:

*Terminada la conquista de Italia por los romanos, a comienzos del siglo III a.C. Roma se convierte en el centro político de toda la Península. Y, tras su victoria sobre Cartago en la primera guerra púnica (264-241 a.C.), controlará el Mediterráneo occidental. Este nuevo status de la ciudad requería la aparición de una literatura que enalteciera sus orígenes y proclamara su supremacía. Dos géneros literarios eran idóneos para ello: la épica y la historiografía.

También necesitaba unas formas de entretenimiento que dignificaran sus festividades cívico-religiosas. Y aquí tenía su lugar el teatro.

            Así pues, los primeros géneros cultivados fueron el teatro, la épica y la historiografía.

            *Se intensificaron los contactos con la cultura helénica de las colonias que los griegos habían implantado en el sur de Italia y en Sicilia desde el siglo VIII a.C., y que en el siglo III a.C. habían caído bajo el dominio romano (primero las del sur de la Península, con Tarento a la cabeza, y luego las de Sicilia, como consecuencia de la primera y segunda guerras púnicas). De la superioridad cultural  griega en todos los aspectos, incluida la literatura, surgió el deseo de imitación, primero, y el de emulación, después.

            Los primeros autores conocidos son Livio Andrónico (280-200 a.C.), un griego de Tarento, ciudad de la Magna Grecia, y Gneo Nevio (264-200 a.C.), un italiano de la Campania, región fuertemente helenizada del sur de Italia.

            El primero tradujo la Odisea de Homero, y escribió y puso en escena las primeras tragedias y comedias en Roma siguiendo las pautas del género dramático griego (temas, estructura, lenguaje y métrica). El segundo escribió un poema épico sobre la guerra recién terminada, titulado Bellum Punicum, algunas tragedias de tema griego y algunas comedias en que se mezclan la inspiración griega y la itálica. De uno y otro sólo se nos han conservado los títulos de algunas obras y unos pocos fragmentos.

            En prosa, los primeros nombres conocidos corresponden al género historiográfico. Son los llamados analistas, por ir tratando los acontecimientos año por año. A ellos se debe la recopilación y fijación de las tradiciones y leyendas sobre el pasado más remoto de Roma e Italia. Pero estos primeros “historiadores” escribieron en griego.

 

           

            Sin embargo, hasta entonces, en Roma, como en el resto de Italia, había existido una rica literatura oral.

            Las leyendas sobre la fundación de la ciudad, la época de la monarquía y de las guerras contra los pueblos vecinos eran recitadas durante los banquetes en un tipo de verso muy arcaico llamado “saturnio”. Además, en los funerales se narraban las hazañas del muerto y de sus antepasados más ilustres. Y en algunas festividades religiosas los “cofrades” cantaban plegarias a su dios. A todo este tipo de composiciones en verso se las denomina carmina. Apenas queda nada de todo ello.

            Algo parecido ocurre con las primeras manifestaciones de la prosa escrita: leyes, libros sagrados, Annales oficiales, archivos privados, etc.

            Mayor entidad y persistencia tuvieron espectáculos teatrales de carácter popular: los llamados versos fesceninos de los etruscos (diálogos “picantes” recitados por actores con máscara) y las fábulas atelanas de la Campania (obras más complejas representadas por varios actores que encarnaban personajes arquetípicos: el “tonto” glotón, el esclavo “listo”, el “viejo verde” borracho, el “contrahecho” maligno, etc.). Este tipo de representaciones se caracterizaba por la improvisación, aunque se contase con un guión básico.

2. Periodización de la literatura latina.

Tradicionalmente, la historia de la literatura latina se divide en épocas y éstas en períodos:

1.      Época arcaica: siglos III-II a.C.

*Primer período: de finales del siglo III a.C. hasta el final de la tercera guerra púnica (146 a.C.).

*Segundo período: después de la tercera guerra púnica hasta comienzos del siglo I a.C.

2.      Época clásica: siglo I a.C.-comienzos del siglo I d.C.

*Primer período: final de la República (siglo I a.C.).

*Segundo período: principado de Augusto (finales del siglo I a.C.-comienzos del siglo I d.C.).

3.      Época postclásica: siglos I-II d.C.

*Primer período: siglo I d.C.

*Segundo período: siglo II d.C.

4.      Época tardía: siglos III-V d.C.

 

3. Época arcaica: siglos III-II a.C.

           *Primer período: de finales del siglo III a.C. hasta el final de la tercera guerra púnica (146 a.C.).

La conversión de Roma en potencia dominante del Mediterráneo trajo consigo una transformación cultural. La cultura romana se volvió hacia Grecia.

Este proceso de helenización afectó también a la literatura. En ésta ocupó un lugar destacado el teatro al estilo de los griegos, sobre todo la comedia, que vivió en esta época, con Plauto, primero, y Terencio, después, su período más brillante en toda la historia de Roma.

Siguiendo las pautas de los griegos, se empezaron a desarrollar otros géneros, como la poesía épica, que tuvo su principal representante en Ennio. Éste se convirtió en el primer “poeta nacional” romano con su epopeya Annales, y fue el primero en emplear el hexámetro dactílico.

           También se iniciaría la literatura en prosa, de la mano de Catón, “el Censor”.

             *Segundo período: después de la tercera guerra púnica hasta comienzos del siglo I a.C.

Roma extiende su dominio por el Mediterráneo oriental. Se acentúa la implantación de la cultura griega en los medios aristocráticos. Filósofos y rétores reabren sus escuelas. Se crean círculos intelectuales y literarios en los que se forman los nuevos dirigentes. El más importante es el de los Escipiones. Empiezan a conocerse en Roma las nuevas tendencias filosóficas (estoicismo, epicureísmo, academicismo) y literarias (la lírica “alejandrina”) del helenismo. Se va equilibrando la admiración hacia lo griego con el orgullo nacionalista.

            Lucilio fue el creador en Roma del género de la sátira. Escribió según técnicas importadas de Grecia, pero con un espíritu típicamente italiano: crítica acerba, realismo, socarronería popular, moralismo.

 

4. Época clásica: siglo I a.C.-comienzos del siglo I d.C.

*Primer período: final de la República (siglo I a.C.).

            A esta época se la considera el “siglo de oro”de la literatura latina; y a sus autores más destacados, los “clásicos” por antonomasia.

César, Salustio, Nepote, Cicerón constituyen la generación de prosistas más brillante de la historia de la literatura latina. Dado el momento que les tocó vivir, no es extraño que los dos géneros en prosa que más se desarrollaran fueran la historiografía y la oratoria. Pero su brillantez oscurece a dos figuras excepcionales de la poesía latina: Catulo y Lucrecio.

Catulo capitaneó en Roma el movimiento de poetas vanguardistas que renovó la poesía latina introduciendo en ella la técnica y la sensibilidad de la última poesía griega (la poesía “alejandrina”), y con ella la lírica personal.

Por su parte, Lucrecio creó un largo poema del género didáctico, De rerum natura, que constituye una exposición sistemática del pensamiento de Epicuro. Es el poema filosófico-científico más grande jamás escrito.

El grupo se completa con Terencio Varrón, el más grande erudito romano, que escribió sobre los temas más diversos.

Todos ellos fueron educados por maestros griegos y elevaron el “latín literario” al más alto nivel de precisión y elegancia.

 

 

             *Segundo período: principado de Augusto (finales del siglo I a.C.-comienzos del siglo I d.C.).

             El triunfo de Augusto supuso el fin de la República y el comienzo de un nuevo régimen político, el Imperio. El nuevo Princeps reforzó su dominio sobre el ejército y el Estado, y se empeñó en apaciguar a la sociedad romana a base de unirla bajo una ideología nacional y la vuelta a las “costumbres de los antepasados” (mores maiorum).

             Para conseguirlo, buscó y protegió a los jóvenes escritores que empezaban a destacar, como Virgilio y Horacio, primero, Tibulo, Propercio y Ovidio, después. Estos poetas protagonizaron, junto al historiador Tito Livio, el período más brillante de la literatura latina. Aparte de su nacionalismo, destaca en todos ellos una gran erudición y dominio de las técnicas literarias, una sensibilidad exquisita y una lengua ya madura y llena de recursos.

             Sin abandonar la admiración por la tradición literaria griega, se pasa de la mera traducción inicial, y de la imitación del siglo anterior, a la franca emulación.

 

5. Época postclásica: siglos I-II d.C.

*Primer período: siglo I d.C.

            Durante este período, el Imperio romano refuerza sus fronteras, se estabiliza. Desde el punto de vista cultural, se consuma la unificación lingüística de la parte occidental con el latín. La expansión del modus vivendi romano provoca la progresiva universalización de la cultura. Ésta se hace cada vez más “mestiza”: a las aportaciones griega y romana, se suman la oriental y la de los nuevos romanos de todas las latitudes (África, las Galias, Hispania).

            Como consecuencia, se produce la presencia destacada de escritores procedentes de fuera de Italia, en especial, hispano-romanos (Séneca, Lucano, Quintiliano, Marcial). Gracias a ellos, la literatura latina vive durante este siglo un período de esplendor, la llamada “edad de plata”.

            Habrá dos tendencias:

-una continuista, basada en al imitación de los modelos “clásicos” (Cicerón en prosa, Virgilio en poesía), como es el caso de Quintiliano o Plinio el Joven;

-otra rupturista, que busca nuevos modos de expresión, cayendo en lo que podríamos calificar como “barroquismo”, ya sea por la vía “conceptista” (exagerando el estilo conciso), como Séneca, ya por la “culterana” (exagerando la retórica grandilocuente), como Lucano.

Otro rasgo que caracteriza la literatura de este período es el predominio del género satírico, ya sea en verso (Persio, Marcial), ya sea en prosa (Petronio, claro antecedente de nuestra novela picaresca). En todos ellos se transparenta, además, la enorme influencia de las corrientes filosóficas que, procedentes de Grecia, se habían implantado en Roma a partir del siglo II a.C., en especial el estoicismo (Séneca, Persio) y el epicureísmo (Petronio, Marcial).

 

*Segundo período: siglo II d.C.

Todo este siglo está regido, en lo político, por la dinastía Antonina. Con ella el Imperio romano alcanza su máxima expansión territorial y vive su último período de grandeza.

En cuanto a la literatura, en la primera parte del siglo, bajo Trajano y Adriano, se da el último rebrote de clasicismo con el historiador Tácito, el poeta satírico Juvenal y el orador Plinio “el Joven”. Juvenal toca toda clase de temas, en las primeras obras con más virulencia, al final con un tono más moralista. Se le considera el mejor representante del género satírico. En cuanto a Plinio “el Joven”, es considerado el verdadero creador del género “epistolar”.

En la segunda parte del siglo, empiezan a darse signos claros de decadencia cultural y literaria, aunque todavía se dan escritores como Suetonio, autor de biografías de escritores y oradores romanos y de César, Augusto y los emperadores del siglo I d.C., y Apuleyo, autor de una de las dos novelas más destacadas de la literatura latina, El asno de oro.

Es también el momento en que empieza la literatura cristiana, por obra de los primeros “apologistas”, que empiezan a utilizar el latín en vez del griego para defender su religión y atacar el paganismo: su principal representante sería Tertuliano.

 

 

6. Época tardía: siglos III-V d.C.

En el declive de la literatura, el empuje le vino del cristianismo. En este período es conveniente distinguir entre literatura profana y literatura cristiana.

           *Literatura profana.

El siglo III, tras la época de los Severos (193-235 d.C.), constituyó un largo período de anarquía y crisis, que ocasionó un retroceso en la producción intelectual. En él no apareció ningún escritor excepcional. El convencionalismo y la decadencia de la literatura profana se hicieron patentes, sobre todo, en la poesía y en la oratoria. La historia conservó alguna vitalidad, pero quedó limitada a una serie de biografías de emperadores y resúmenes de la obra de Tito Livio (Floro).

Los siglos IV y V, época conocida con el nombre de “Renacimiento Constantino-Teodosiano”, constituyen, desde el punto de vista político, la división del Imperio romano. En el campo de la literatura, se produce un cierto florecimiento de las letras latinas en la poesía, la oratoria y la historia.

La poesía de tema mitológico experimenta un florecimiento con la obra de un autor desconocido, el Pervigilium Veneris; y la poesía didáctica, con Avieno, que describió las costas del Mediterráneo. Pero, sobre todo, destacan el poeta galo-romano Ausonio, que resucita la poesía bucólica de tipo virgiliano, el alejandrino Claudiano, que cultivó con brillantez diversos géneros (épica mitológica, idilio, epigrama) y el también galo Rutilio Namaciano.

En la oratoria destaca el grupo de discursos o panegíricos compuestos por rétores galos con la finalidad de alabar a los emperadores a quienes van dirigidos los elogios. Se caracterizan por sus grandes dosis de patriotismo y su tono conmovedor.

El renacimiento de la historia fue más importante. Destacan Amiano Marcelino (siglo IV), griego de Antioquía continuador de la obra de Tácito, y Eutropio (siglo IV), autor de un compendio de la historia de Roma desde la fundación de la Ciudad hasta el momento en que vive el autor.

 

           *Literatura cristiana.

Durante Nerón y Domiciano, las persecuciones contra los cristianos fueron numerosas. Aún lo fueron más en el siglo III. Los cristianos se vieron obligados a defenderse. Surgen así las primeras apologías en defensa del cristianismo, escritas en griego, pues Oriente estaba más cristianizado que Occidente. De hecho, hasta finales del siglo II, todas las obras cristianas que se conservan están escritas, en general, en griego.

Las primeras obras de los cristianos escritas en latín surgieron en Cartago en el siglo III. Las más destacadas son las de Tertuliano y Minucio Félix, ambos de origen africano. Había nacido una nueva literatura, la cristiana. Sus obras son apologéticas, como las de S. Cipriano, Arnobio o Lactancio.

A partir del siglo IV, en que el cristianismo es oficialmente reconocido, la literatura cristiana conoce su apogeo. Así surge el primer gran poeta cristiano, el español Prudencio.

S. Ambrosio, con sus sermones y sus himnos, es el creador de la predicación cristiana y lírica. S. Jerónimo es el creador de la prosa cristiana. Tradujo al latín la Biblia, conocida con el nombre de Vulgata, que se convirtió en la oficial de la Iglesia católica.

Pero destaca, sobre todo, S. Agustín, que nos ha dejado una obra inmensa de carácter filosófico, moral, dogmático.