1.     La anarquía militar del siglo III.

           Desde la muerte de Alejandro Severo (235) hasta el nombramiento de Diocleciano como emperador (284), transcurren cincuenta años en los que el Imperio romano se ve acosado por diversos frentes: invasiones de los pueblos bárbaros en las fronteras (vándalos y godos invaden Iliria y Asia Menor; francos y alamanes penetran en Hispania y la Galia), caída de la economía, revueltas en las provincias, usurpaciones de poder a los emperadores legítimamente elegidos, etc.

           En una etapa relativamente corta, cuarenta hombres aspiraron al poder. Unos no llegaron a ser nombrados; otros, lo fueron durante un breve espacio de tiempo; los menos pudieron gobernar con eficacia durante varios años.

          *Maximino el Tracio (235-238):

           Sustituyó a Alejandro Severo. Llegó al mando supremo del Imperio por voluntad de sus soldados.

           Durante su reinado se produjo una grave crisis institucional, ya que las relaciones con el Senado se vieron profundamente alteradas.

           En política exterior, mantuvo una actitud rígida y exigente con las provincias.

           *Gordiano III (238-244):

           En el año 238 gobiernan simultáneamente cinco emperadores. Tras ser asesinados, se alza con el poder el joven Gordiano III.

           *Filipo el Árabe (244-249) y Decio (249-251):

           Gordiano muere durante una expedición militar contra Persia, víctima de una conjura, y es sustituido por Filipo el Árabe, prefecto del pretorio. Poco después, éste sucumbe a manos de Decio, proclamado emperador por el ejército.

           A mediados del siglo III se intensifican los ataques de los godos, que consiguen penetrar en las provincias balcánicas y asolarlas. El hecho de que, por primera vez, un emperador, Decio, caiga en combate a manos de los bárbaros pone de manifiesto la debilidad del sistema defensivo romano.

 

           *Valeriano (253-259):

           En los años siguientes se suceden guerras civiles.

           Valeriano, proclamado emperador en el 253, pronto asocia a su hijo Galieno como Augusto.

           Hasta el 259 se consigue mantener, con dificultad, el control de la situación. Pero, a partir de entonces, todo un cúmulo de infortunios se abate sobre el Imperio:

           -Valeriano es capturado por los persas.

           -Los alamanes y francos penetran en las Galias.

           -Se multiplican las usurpaciones de poder.

           -Una serie de epidemias, alrededor del año 250, causan estragos en Italia y en las provincias.

           -Se produce una grave crisis económica y financiera.

           *Galieno:

            En el 260 se produce una ligera mejora. Tras la captura de su padre en Oriente, Galieno ejerce el poder en solitario. Lleva a cabo importantes reformas de tipo militar, económico y político.

           Finalmente, los emperadores ilíricos (el primero de ellos es Claudio II) restituirán, de manera autoritaria, la unidad del Imperio.

            La crisis empieza a superarse con Claudio II el Gótico, llamado así por su victoria sobre los godos, y, después, con Aureliano, que amuralló Roma para protegerla de las invasiones.

            Después de éstos, los restantes emperadores ilíricos, entre los que sobresale Probo, consiguen recuperar una relativa seguridad para las fronteras del Imperio, gracias a las victorias sobre los bárbaros y el restablecimiento de la paz con los persas.

            En el 284 es proclamado emperador Diocleciano, cuyo mandato marca el fin de estos años de anarquía militar.

 

2.     Diocleciano y la tetrarquía.

           Con el reinado de Diocleciano (284-305), el Imperio se encamina hacia una monarquía absolutista, semejante a las orientales.

           Sus reformas representan la superación de la larga crisis política del siglo III y el fin de las guerras civiles.

           *Abandonó el título de princeps senatus  (el Senado ya no tenía validez política) y adopta el de deus et dominus (“dios y amo”). El emperador es considerado como la encarnación del Estado e inspirado por los dioses; y los ciudadanos pasan a ser súbditos del emperador.

           La palabra Dominus da origen al nombre de Dominado. Este cambio es consecuencia de la orientalización del Imperio.

           *Convierte el Imperio en una tetrarquía: lo gobernarán cuatro soberanos. Para ello, asigna el mando de Occidente a su asociado Maximiano y le confiere el título de Augusto. Además, cada uno de los Augustos adopta a un César, uno para Oriente (Galerio) y otro para Occidente (Constancio Cloro) quienes sucederían a los anteriores tras veinte años de gobierno.

           No obstante, los cuatro miembros de la tetrarquía no gozaban de iguales poderes: aunque toda decisión tenía que ser refrendada por los otros tres miembros para ser válida, Diocleciano se encontraba en una situación de privilegio respecto a los demás.

           Ninguno de ellos residió en Roma: Diocleciano, con residencia en Nicomedia, se ocupaba de los asuntos de Oriente; Maximiano, en Milán, de los de África, Hispania e Italia; Constancio, desde Tréveris, se ocupaba de la Galia y Britania; y, finalmente, Galerio, que residía en Sirmio, tenía bajo su mando los territorios desde el sur del Danubio hasta el Mar Negro.

 

           *Dividió muchas provincias, aumentando su número de cuarenta a cien (la Hispania Citerior, por ejemplo, pasó a dividirse en Gallaecia, Carthaginiensis y Tarraconensis).

           Paralelamente, reagrupó las provincias en diócesis a fin de ejercer sobre ellas un mayor control político. Al frente de cada diócesis estaba un vicarius, responsable de la recaudación de impuestos y de las actuaciones judiciales ante el emperador.

           *Reforzó las fronteras, con la consiguiente ampliación de efectivos militares.

           *Propugnó varias medidas estabilizadoras: Intentó consolidar la moneda, y creó un impuesto sobre la capacidad productiva de la tierra en relación al número de personas y animales asentados en ellas.

            Pero no pudo contener la inflación, que siguió aumentando hasta tal punto que la población se vio incapaz de pagar los impuestos.

            Transcurridos veinte años de su mandato, los dos Augustos abdican y se inicia un período marcado por los problemas de sucesión. Se reanudan las guerras civiles. La crisis llega a su fin al reunificarse nuevamente el Imperio.

3.    Las reformas de Constantino.

           Constantino (312-337), hijo de Constancio Cloro, uno de los Césares del gobierno de Diocleciano, tuvo que deshacerse de los demás aspirantes al mando supremo del Imperio para convertirse en su único dueño.

           Adopta las siguientes medidas:

           *Confiere al poder imperial un carácter absolutista al estilo de las monarquías orientales.

           *Culmina la centralización y jerarquización en la administración del Imperio iniciadas por Diocleciano.

            *Proclama la libertad de culto para los cristianos (Edicto de Milán, 313), ya que éstos le habían apoyado a la hora de imponerse sobre sus rivales, y pone fin a las persecuciones llevadas a cabo por emperadores anteriores.

            *La estratégica situación de Bizancio, ciudad a medio camino entre Oriente y Occidente, y el hecho de estar menos expuesta que Roma a las invasiones, hace que en el 330 sea declarada nueva capital del Imperio romano con un nuevo nombre: Constantinopla, la “ciudad de Constantino”.

            *Llevó a cabo un saneamiento efectivo de la economía romana.

            Sus reformas (políticas, económicas, sociales) sentaron las bases del Bajo Imperio.

            Fue el primer emperador cristiano. Sus sucesores, todos ellos cristianos, centraron sus esfuerzos en perseguir los cultos paganos y las prácticas mágicas. Una excepción la constituyó el emperador Juliano el Apóstata (361-363), quien protagonizó un retorno al paganismo. Finalmente, fue Teodosio quien proclamó el cristianismo religión oficial del Estado y prohibió los cultos paganos.

 

            4. La división del Imperio.

           Durante los reinados de Diocleciano y Constantino, las fronteras del Imperio habían alcanzado cierta estabilidad. Los campos se volvieron a poblar y las ciudades experimentaron un notable auge.

           Pero en 375 las fronteras se vieron nuevamente amenazadas:

           -La presión de los bárbaros se hace cada vez más acuciante en las zonas del Rin y del Danubio. Los francos y los alamanes se establecen en las provincias occidentales; los godos, en el Danubio; los ostrogodos, en la zona Sur de Rusia; por último, los visigodos se extienden por el Ilírico.

          -Desde Asia central comienzan a producirse intensos movimientos migratorios, entre los que destacan los realizados por los hunos. Los pueblos bárbaros sufrieron la presión de estos movimientos y, como consecuencia, las fronteras del Imperio se vieron forzadas en muchos puntos.

          Para resolver el problema de las invasiones godas, el emperador Teodosio (379-395), de origen hispano, autorizó su establecimiento dentro del Imperio romano y la conservación de sus estructuras políticas.

          Tras la muerte de Teodosio, el Imperio se dividió en dos: a su hijo Arcadio correspondió la parte occidental; a Honorio, la oriental. En ese momento no se percibió esta división como una ruptura. Sin embargo, a pesar de que en ambas partes las instituciones políticas eran similares y las funciones del emperador, las mismas, existían dos diferencias importantes:

          *El Imperio de Occidente se mostraba más débil ante los ataques exteriores.

          *El Imperio de Oriente era claramente superior en el aspecto económico: allí se estaban desarrollando grandes centros comerciales y artesanales.

 

5. Las invasiones bárbaras.

           La búsqueda de botín y de tierras más ricas motivaron la mayoría de los movimientos migratorios, que se habían empezado a producir a finales del siglo IV.

           *Los godos, presionados por los hunos, se ven obligados a abandonar su lugar de asentamiento al otro lado del Danubio y a invadir, bajo el mando de Alarico, la Península Itálica.

           En 410 las hordas bárbaras saquean Roma.

           *Unos años más tarde, los ostrogodos y, después, los germanos asentados al otro lado del Rin (suevos, vándalos y alanos), irrumpen de manera violenta en la Galia.

           *En el 452 los hunos, al mando de su jefe Atila, logran invadir determinadas zonas de Italia, sin llegar a alcanzar Roma.

            La caída del Imperio romano de Occidente era inminente.

            6. La caída del Imperio romano de Occidente.

            La caída definitiva de Roma llega en el año 476: el último emperador de Occidente, el niño Rómulo Augústulo, es depuesto del trono y sustituido por el germano Odoacro. Es entonces cuando las dos partes en que se hallaba dividido el Imperio romano toman rumbos distintos:

           *El Imperio de Occidente queda en manos de los pueblos bárbaros. Éstos se extienden por toda la Península Itálica para, a continuación, establecerse en las regiones occidentales del antiguo Imperio.

           Es el inicio de la formación de los estados bárbaros.

           *El Imperio de Oriente corre mejor suerte. Constantinopla continuará siendo la capital de este nuevo Imperio independiente que, a partir de entonces, será conocido con el nombre de Imperio de Bizancio. Continuará siendo rico y poderoso durante los siglos en que la Europa occidental estaba debilitada y dividida. Seguirá siendo ilustrado y culto en una época en que la antigua mitad occidental vivía en la barbarie y la ignorancia.

            Aún le quedaban por delante casi diez siglos de historia, que acabarán con la toma de Bizancio por los turcos en el 1453.

            Es evidente que la causa externa que provocó la caída del Imperio romano de Occidente fueron las sucesivas oleadas de invasores bárbaros. Pero un factor decisivo en este declive fue la debilidad que, en sus actuaciones políticas, mostraron los últimos emperadores.

            También tuvieron su incidencia los factores económicos: la inadecuada política de impuestos, el despoblamiento de las ciudades a causa de las continuas guerras contra los invasores y, por último, el desplazamiento de la vida comercial al Imperio de Oriente.

            Con todo, la huella que Roma dejó en el mundo occidental no ha podido ser borrada ni por los pueblos invasores ni por el paso de los siglos.

 

            7. Organización política y social en el Bajo Imperio o Dominado.

            Pocas innovaciones se van a producir durante este período en la organización política, ya que, salvo excepciones como la tetrarquía, la figura del emperador seguirá acumulando la práctica totalidad de los poderes del Estado:

            *Sustitución del Senado, a partir de Constantino, por el Consejo Imperial.

            *Función meramente honorífica de las magistraturas.

            *Limitación de las funciones de los prefectos del pretorio al ámbito civil.

             La sociedad del Bajo Imperio se va a caracterizar por la gran jerarquización de sus estamentos. Por un lado están los propietarios de la tierra, los potentiores u honestiores, frente a los que se sitúan los pequeños propietarios libres, humiliores, y los colonos. Sólo los primeros tendrán acceso a los altos cargos de la administración central.

             Los colonos constituyen una nueva clase. Son hombres teóricamente libres que, en la práctica, se hallaban vinculados a un dueño.

             La sociedad comienza a experimentar una progresiva ruralización. Las propiedades rústicas, que constituían la fuente de riqueza más importante, tienden a concentrarse en pocas manos. De este modo, los ricos llegan a acumular enormes extensiones de tierras, a veces incluso aldeas enteras.

             Los ciudadanos pobres se convierten en siervos de los grandes propietarios, constituyendo la clase social de los colonos que, si bien mantuvieron en todo momento sus derechos de hombres libres, en la práctica estaban totalmente sujetos a sus amos.

             En esta nueva situación las grandes villas de los ricos terratenientes se convierten en el núcleo donde se desarrolla gran parte de la vida social y económica del Bajo Imperio. Estas villas, dada su extensión y el número de personas que en ellas se concentraban, eran perfectamente capaces de abastecer el consumo local e, incluso, comarcal. Es precisamente este hecho uno de los factores que propició la crisis de las ciudades, y el surgimiento de un nuevo modelo social: el feudalismo.